

Helping Cancer Patients Their Way to Healthier Lives
Gracias al ejercicio físico, ayudamos a los enfermos de cáncer a vivir mejor y durante más tiempo
Once known as a hidden gem, ˾’s student and staff-led Cancer Rehabilitation Institute now has a long waiting list for patients
El Instituto de Rehabilitación del Cáncer de la ˾, antes conocido como una joya oculta, dirigido por estudiantes y personal, tiene ahora una larga lista de espera de pacientes.
May 15, 2025 | Written by Tamsin Fleming translated by Carlos José Pérez Sámano
“If it weren’t for this place, I’d be dead,” said a man wearing a baseball cap and a black T-shirt.
He’s sitting in a chair at the front of the exercise room, his blood pressure being taken by a student. “I would just sit at home, depressed.”
Another woman wearing gray leggings and a long sleeve T-shirt arrived, visibly upset. But within 20 minutes, she was working out on an exercise bike, laughing with two students.
This is a normal Friday morning at the Ben Nighthorse Campbell Center, the one-story brick building home to the ˾ Cancer Rehabilitation Institute (˾CRI). The sound of interns and practicum students encouraging their patients could easily be mistaken for the upbeat chatter of friends as they get to work on that day’s exercises. Their treatment is based on extensive medical training and best practices. Their goals are both lofty and weighty — help cancer patients live better, longer lives.
However, watching the smiles widen on the faces of patients, students and staff, it’s clear that the work done here is powerful in ways not fully explained by science, at least not yet.
«Si no fuera por este lugar, estaría muerto», dice un hombre con gorra de béisbol
y camiseta negra.
Está sentado en una silla delante de la sala de ejercicios, mientras un estudiante
le toma la presión. «Me hubiera quedado en casa, deprimido».
Otra mujer con leggings grises y camiseta de manga larga llegó, visiblemente alterada.
Pero a los 20 minutos ya estaba haciendo ejercicio en una bicicleta estática, riendo
con dos estudiantes.
Esta es una mañana de viernes normal en el Centro Ben Nighthorse Campbell, el edificio
de ladrillo de una sola planta que alberga el Instituto de Rehabilitación Oncológica
de la ˾ (˾CRI). El sonido de los internos y los estudiantes de prácticas animando
a sus pacientes podría confundirse fácilmente con la animada charla de unos amigos
mientras se ponen manos a la obra con los ejercicios del día. Su tratamiento se basa
en una amplia formación médica y en las mejores prácticas. Sus objetivos son importantes:
ayudar a los pacientes de cáncer a vivir mejor y más tiempo.
Sin embargo, al observar las sonrisas que se dibujan en los rostros de los pacientes,
los estudiantes y el personal, queda claro que el trabajo que se realiza aquí tiene
un poder que la ciencia no puede explicar del todo, al menos de momento.
El poder del ejercicio
Cuando a Carole Schneider, doctora y profesora de Ciencias del Deporte y el Ejercicio
de la ˾, le diagnosticaron un cáncer en 1995, los tratamientos que recibió la dejaron
luchando contra efectos secundarios como la fatiga y la debilidad muscular. Por aquel
entonces, había pocos estudios sobre el efecto del ejercicio en los supervivientes
de cáncer. Pero ella y su médico vieron cómo el beneficio del ejercicio contrarrestaba
directamente las toxicidades de su tratamiento contra el cáncer.
Schneider no tardó en darse cuenta de que este campo de estudio podía mejorar muchas
vidas. Así que solicitó la ayuda de sus colegas Cad Dennehy, Ph.D., y la Dra. Sue
Carter. Con su ayuda, crearon el ˾CRI en 1996 para estudiar el papel del ejercicio
en la rehabilitación de los sobrevivientes de cáncer.
Hoy en día, el instituto está reconocido como pionero en la rehabilitación del cáncer
basada en el ejercicio y es la única instalación de este tipo. El ˾CRI ha atendido
a más de 1,000 sobrevivientes adultos de todo tipo de cáncer en diversas fases de
tratamiento. Más de 500 estudiantes han participado en este aprendizaje experimental,
realizando investigación clínica y básica en rehabilitación del cáncer.
De hecho, investigadores del Memorial Sloan Kettering Cancer Center publicaron un
estudio en 2023 en la revista Journal of Clinical Oncology que descubrió que las personas
diagnosticadas de cáncer que hacían ejercicio regularmente reducían su riesgo de morir
por todas las causas en un 25% en comparación con las personas con cáncer que no hacían
ejercicio.
Ejercicio oncológico: Prolongar la vida
Los estudiantes del ˾CRI trabajan directamente con los pacientes durante sus tareas
de rehabilitación. Buck Covington es el actual asistente graduado en el instituto
y candidato al doctorado en el programa de Fisiología del Ejercicio. Cuando Covington
se enteró del trabajo que estaba haciendo la ˾ en oncología del ejercicio, el uso
del ejercicio además de los tratamientos contra el cáncer para ayudar a los pacientes,
toda su trayectoria profesional cambió.
«[Mi asesor] nos hablaba de [˾CRI] y del campo de la oncología del ejercicio en
general, e inmediatamente me enamoré de la idea», dijo Covington, que antes de eso,
planeaba entrar en un programa de fisioterapia.
En agosto de 2020, cuando Covington llegó por primera vez a la ˾, era estudiante
de doctorado en prácticas en el ˾CRI y trabajaba con pacientes individuales en sus
planes de rehabilitación. Tanto entonces como ahora, el instituto abre puntualmente
a las 7 de la mañana, con pacientes que llegan cada hora para citas que duran una
hora. Los estudiantes charlan informalmente con sus pacientes para ver cómo se sienten
ese día antes de empezar la sesión.
Los estudiantes acompañan a sus pacientes en todo momento. Los estudiantes adoptan
un enfoque totalmente práctico en cada sesión, desde la toma de signos vitales hasta
la dirección de los pacientes en la actividad aeróbica y el entrenamiento de resistencia.
Los pacientes participan en un programa de cuatro fases: las tres primeras duran 12
semanas y la última dura el tiempo ellos que deseen. Cada fase está totalmente adaptada
a cada paciente por su estudiante en prácticas. Al principio de cada fase, los pacientes
se someten a una evaluación exhaustiva para establecer su estado físico de referencia,
que los estudiantes y los investigadores utilizan para medir el mantenimiento y los
progresos.
Dar esperanza, recibir sabiduría
Mientras que los pacientes se benefician de las numerosas ventajas del ejercicio y
de un becario para motivarlos a que sigan viniendo, los estudiantes también se benefician
de sus pacientes.
«Parece haber algún tipo de efecto entre tener una población de estudiantes más jóvenes
que están aprendiendo y mirando hacia adelante en la vida y más esperanzados sobre
el futuro, [trabajar] con alguien que está tal vez al final de la vida, o al menos
no mirando hacia adelante de la misma manera que nosotros», dijo Covington.
«Creo que se produce un efecto sinérgico: nosotros les transmitimos esperanza y ellos
nos transmiten sabiduría y orientación».
Covington se ha desvivido personalmente por sus pacientes. En una ocasión, la salud
de un paciente se deterioró hasta el punto de que ya no podía acudir al ˾CRI para
su tratamiento. En lugar de permitir que eso fuera el final de la relación del paciente
con ˾CRI, Covington y otro estudiante fueron a casa del paciente varias veces al
día, cinco días a la semana durante casi un año.
«Estuvieron allí hasta el día de su muerte. Ese es el tipo de compromiso que tienen
muchos de estos chicos. Significa mucho para ellos», afirma el doctor Reid Hayward,
director del ˾CRI.
Para Clay Drake, ‘90, el ˾CRI ha supuesto un cambio radical en su tratamiento contra
el cáncer.
Cuando a Drake le diagnosticaron mieloma múltiple, un tipo de cáncer que afecta a
los glóbulos blancos que producen anticuerpos que combaten enfermedades e infecciones,
en 2016, le dieron cinco años de vida basándose en la agresividad del cáncer. A pesar
de ello, Drake no se centró en el plazo. En su lugar, decidió hacer todo lo posible
para mejorar su salud.
Incluso en los momentos en que el tratamiento de Drake no funcionaba, o tenía que
pasar varios meses en el hospital, nunca dejó de intentar adelantarse a su diagnóstico.
Se sometió a procedimientos experimentales, incluidos dos trasplantes diferentes de
células madre, utilizando tanto sus células madre como las de un donante.
Fue hasta un año después de someterse al trasplante de células madre, que Drake conoció
el ˾CRI, lo que acabó marcando una gran diferencia para él.
«Cuando empecé a ir [al ˾CRI], no podía usar la pierna izquierda, pero lo cambió
todo. Estábamos en un punto en el que no sabíamos qué íbamos a hacer. Y aquí estoy,
nueve años después, hablando de este lugar», dijo Drake.
Drake es paciente del ˾CRI desde hace unos ocho años y ahora puede utilizar completamente
su pierna izquierda.
Atribuye el mérito a la estructura del programa del ˾CRI, que le obliga a hacer
ejercicio. Drake y otros pacientes saben que cuando no acuden al ˾CRI no sólo les
afecta a ellos, sino también a sus estudiantes becarios. A lo largo del curso de rehabilitación,
desarrollan una relación mutuamente beneficiosa en la que los pacientes ganan fuerza
y mejoran su salud, y los estudiantes adquieren experiencia práctica trabajando con
pacientes.
Cada relación es diferente, y algunas desarrollan un vínculo más profundo que otras.
Las relaciones que Drake ha fomentado con sus estudiantes en prácticas han sido distintas.
Un estudiante, con el que se formó durante dos años y medio, tuvo un impacto especialmente
significativo en él.
«Acaba de conseguir un trabajo en UCHealth, en Denver. Va a hacer algunas cosas relacionadas
con la rehabilitación... y va a encontrar su camino. Ese es el tipo de cosas que son
más poderosas para mí que el ejercicio. Ciertamente, el ejercicio es la razón por
la que lo hacemos, pero también se trata de las relaciones», dijo Drake.
A la fecha Drake y ese exalumno con el que estuvo recibiendo su terapia, siguen en
contacto y juegan juntos al golf al menos una vez cada verano. Drake incluso intentó
ayudar a encontrar trabajo a la pareja de ese exalumno cuando se enteró de que se
querían mudar más cerca.
«Haré todo lo que pueda si esa es la dirección que quieren tomar y puedo ayudarles»,
dijo Drake, “seguro que lo haré”.
La ciencia detrás del ejercicio
La fuerza y la profundidad de las relaciones que se han forjado en el ˾CRI son testimonio
de la cultura que se ha desarrollado desde el principio.
Hayward se ha volcado en cuerpo y alma en el instituto desde 1998. Schnieder fue asesor
de Hayward mientras cursaba su máster en la Universidad de Kansas. Fue contratado
casi inmediatamente para trabajar en el ˾CRI tras su creación.
La formación de Hayward en fisiopatología cardiovascular, el estudio de los trastornos
que afectan al corazón y los vasos sanguíneos, era un complemento natural para el
instituto. Muchos de los fármacos de quimioterapia y radiación causan daños en el
tejido cardíaco, denominados cardiotoxicidades. La experiencia de Hayward en ese campo,
unida a su conocimiento de las propiedades curativas del ejercicio, lo convirtieron
en la incorporación perfecta al pequeño pero poderoso equipo.
Desde el principio, el ˾CRI estudió los efectos del ejercicio sobre las cardiotoxicidades
de los fármacos quimioterapéuticos. Algunos de sus hallazgos demuestran que el ejercicio
sí protege al corazón de los efectos negativos de la quimioterapia.
El ejercicio permite al corazón crear proteínas que bombean los fármacos tóxicos fuera
del corazón, reduciendo el daño que pueden causar. Hayward y su equipo descubrieron
que esas proteínas que combaten la toxicidad no se crean en el interior de los tumores,
sino que añaden protección al corazón sin afectar a la capacidad de los fármacos para
combatir el cáncer.
Las investigaciones que se llevan a cabo actualmente en el ˾CRI examinan nuevas
formas de entender la correlación entre el ejercicio y la recuperación del cáncer.
Por ejemplo, un estudio analiza el lactato, un compuesto químico natural producido
por el organismo cuando las células descomponen los carbohidratos para obtener energía.
El lactato se produce en mayor proporción cuando los niveles de oxígeno son bajos,
como ocurre durante el ejercicio.
Los estudiantes del ˾CRI están evaluando si hay diferencias en la rapidez con que
los pacientes descomponen el lactato antes y después de su sesión de 12 semanas en
el instituto. Descubrir una diferencia permitiría a investigadores y profesionales
comprender mejor cómo afecta el programa al metabolismo y cómo puede mejorar distintos
marcadores de salud relacionados con el cáncer.
Otro estudio está evaluando si hacer ejercicio a determinadas horas del día influye
en la capacidad del organismo para maximizar los beneficios de la terapia de ejercicio.
Desde su fundación, el ˾CRI ha realizado más de 150 presentaciones nacionales, artículos
en revistas y manuscritos que han culminado en la publicación de un libro de texto.
Los programas educativos internacionales y nacionales, además de las empresas de consultoría
públicas y privadas que enseñan a otros cómo poner en marcha y gestionar centros de
rehabilitación oncológica, han reconocido al ˾CRI como líder en este campo.
Todos los pacientes que pasan por el programa del ˾CRI tienen sus datos, como su
historial de tratamiento del cáncer y sus constantes vitales, guardados en la base
de datos del instituto. El almacenamiento de los datos actuales de los pacientes para
su uso futuro permite a los estudiantes evaluar si una determinada variable puede
tener un impacto en los resultados del paciente antes de diseñar un estudio en torno
a ella.
Una cultura basada en el cuidado personal
Aunque el ˾CRI está realizando un trabajo increíble en los aspectos cuantificables
de la rehabilitación oncológica, el aspecto interpersonal que tantos pacientes destacan
tiene sus propios efectos profundos.
«Hay algo que sucede entre los estudiantes y los pacientes. Es algo que no puedo describir
porque es más que la suma de sus partes. Hay una sinergia que se produce con ellos»,
dice Hayward.
El trabajo práctico que los estudiantes realizan con los pacientes se traduce en innumerables
resultados positivos para la salud. Pero son las relaciones que establecen las que
hacen que los pacientes vuelvan.
La comunidad que se ha formado en el ˾CRI tiene un profundo impacto en las vidas
tanto de los estudiantes como de los pacientes, proporcionando a los estudiantes una
experiencia profesional invaluable y a los pacientes la capacidad de tomar en sus
manos, literalmente, aspectos de su salud. La poderosa conexión y la atención que
los pacientes experimentan por parte de los estudiantes y el personal del ˾CRI desempeñan
un papel vital a la hora de forjar una experiencia de rehabilitación transformadora.
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